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Curiosidades

Orina humana como fertilizante, manual de uso

La orina humana es un fertilizante que se ha utilizado durante años para la producción agrícola, dando muy buenos resultados, siendo este vital para la producción sostenible y para el saneamiento de cultivos.

Con el paso de los años se ha evidenciado la nocividad de los fertilizantes artificiales en los cultivos, los cuales en muchos casos han generado grandes padecimientos a las poblaciones que practican la agricultura, generando enfermedades como el cáncer que además son transmitidas de generación en generación. A continuación una alternativa interesante para evitarlos.

La orina humana es un fertilizante que se ha utilizado durante años para la producción agrícola, dando muy buenos resultados, siendo este vital para la producción sostenible y para el saneamiento de cultivos.

Beneficios de la orina humana como fertilizante

Este fertilizante líquido de rápida acción es rico en nitrógeno, pues se estima que por litro puede contener entre 3 y 7 gramos de nitrógeno. Así mismo la manera en que se excreta el fósforo a través de la orina, resulta de fácil aprovechamiento para las plantas por lo que también es una fuente importante de este elemento.

La utilización de la orina humana como abono a gran escala, podría convertirse en un factor que permita disminuir los índices de pobreza en algunos países importadores de fertilizantes.  La seguridad alimentaria podría incrementarse a través de la aplicación de un fertilizante que sea gratuito y de fácil acceso por ejemplo. De igual manera un correcto y adecuado manejo de la orina humana como fertilizante, así como su higienización antes de su  aplicación es fundamental para la producción agrícola sostenible y el saneamiento sostenible.

Numéricamente rentable y accesible

Numéricamente se podía decir que la orina de una persona es suficiente para abonar entre 300 y 400 metros cuadrados de cultivo de manera anual. Para ello, la orina debería ser almacenada en recipientes cerrados y ser aplicada directamente en el suelo, cuidando que las dosis de nitrógeno sean similares a las de las dosis de los fertilizantes a base de  urea y amonio. Se recomienda disminuir lo más posible el contacto con el aire antes de ser aplicado para evitar la pérdida de amoníaco e incorporar la orna lo más pronto posible al suelo.

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